“- Ahicíto donde está la carpa blanca”, dijo la señora que vendía enchiladas al costado de la carretera, ayudando su indicación con un movimiento de mano y hacia dónde mis ojos sólo veían el puente de la autopista y un montón de autos.
Para que la señora no pensara que no le habíamos creído, nos pusimos a caminar en esa dirección, agradeciendo sin chistar. Al final, ella tenía razón, solo que para ver la carpa blanca primero había que cruzar por debajo de la autopista y luego atravesar la bajada de la misma, con la presencia de un solo semáforo que nunca entendí para qué lado señalizaba. Y por ahí, a las perdidas, detrás de una reja había un señor sentado en una banqueta de plástico blanca que después de preguntarle si por ahí es que se entraba al estadio para hacer el tour guiado, te responde que si, que por ahí es, y te hace completar con lapicera una planilla en la que hay que especificar país de procedencia y ya no me acuerdo qué otra cosa más.
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Todo había comenzado temprano a la mañana, mientras desayunábamos en la habitación del hotel, me di cuenta cerrando la tapa de la notebook, que era lunes, que los lunes todos los museos están cerrados, y que la única opción posible si queríamos ir a todos los lugares que teníamos marcados, era adelantar la visita al estadio Azteca.
Apurando lo que quedaba del desayuno, cerramos la mochila con las cosas que faltaban: el mapa, unos pesos mexicanos, una botella de agua y un par de snacks para el camino. Ese día inauguramos el metro, y después de conectar, o hacer correspondencia como le dicen en México, con la línea 2 en Pino Suarez, llegamos a la última estación: Tasqueña. Supuestamente, desde allí solo había que hacer conexión con el tren ligero, como le llaman, que tiene su estación frente al estadio Azteca, pero oh! casualidades de la vida y de los viajes: estaba fuera de servicio por obras de mantenimiento. Igual que la línea Roca de Buenos Aires, pero en México DF, estábamos en una gran estación como vendría a ser la de Constitución, escuchando a un oficial de policía que nos explicaba que en los meses en los que el tren no funciona hay unos colectivos que hacen el mismo recorrido sin costo (para el tren se usa el mismo pase del metro) y que salen del playón de estacionamiento que esta “por ahí derecho, después a la izquierda, bajando la escalera”.
Cuando llegamos al borde de la escalera, lo que había abajo eran como seis bulevares desde dónde salían muchas líneas de colectivos, con filas interminables de gente, puestos de comida y vendedores ambulantes, y sol, mucho sol. Pregunta va, pregunta viene, encontramos la parada de nuestro bus gratuito, y nos pusimos al final de la fila. Hicimos rápido, salía uno detrás de otro. Una vez que el coche estuvo bien lleno hasta el techo de gente, salió. La verdad es que hacía exactamente el mismo recorrido del tren, pero yendo por la calle en lugar de por las vías. Media hora después, bajamos del bus frente al gran estadio Azteca.

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La oficina del tour guiado (la carpa blanca) tenía aspecto de estar algo improvisada. Una vitrina de vidrio con dos o tres suvenires disponibles a la venta, con el polvo acumulados de varios días sin ser sacudidos, una especie de mostrador con los elementos indispensable para cobrar las entradas y detrás de esto un montón de cajas y bolsas apiladas, del stock de suvenires. El escenario se completaba con unos pufs blancos y una máquina de fichines.

Luego de pagar la entrada y el tour, más un derecho de fotografía, nos quedamos esperando un rato a que llegaran algunos visitantes más y cuando completamos un número que los organizadores consideraron aceptable, salimos caminando detrás de la guía.



Sincera y lamentablemente, no puedo decir que el tour haya sido muy interesante. Por supuesto que el estadio impresiona, aún a los que no nos gusta el fútbol, pero nuestra guía de ese día nos decía todo de memoria, hablando muy rápido, nos llevaba por los diferentes espacios del estadio casi al trote, no tenía mucha interacción con nosotros y en ningún momento preguntó si alguien quería saber algo más o tenia alguna consulta que hacer; al final se despidió y se fue como si nada. Tal vez relacionado al hecho de que era Lunes, el campo de juego no tenia ni red en el famoso arco donde Maradona marcó el gol histórico contra los ingleses en el mundial 86. A G. le gustó, porque le gusta el fútbol y estaba muy contento de estar ahí, pero también opinó que el servicio del tour dejaba mucho que desear. Ojalá lo mejoren en el futuro.

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Al salir del estadio, satisfechos por haber llegado por nuestros propios medios, pasamos por la tienda de Nike que a esa hora ya estaba abierta y luego nos fuimos por donde habíamos venido. Eran alrededor de las dos de la tarde, y aun nos quedaba tiempo para algunas actividades más, pero eso sera cuento para otro momento.
Ubicación del estadio:
Y para terminar, otras fotos del la visita:



