En una nueva entrada de amigos invitados, una anécdota en Egipto de mi amiga Irene. Es argentina, aunque vivió muchos años en Ecuador, y a continuación los dejo con su relato:

“Hace unos años atrás, cumpliendo mi sueño de la aventura de viajar a Egipto, armé al fin mi valija con toda la emoción a flor de piel, más que todo por viajar sola a un lugar tan lejano, en un largo vuelo que sería desde Quito a El Cairo. Entre las tantas anécdotas que tengo de aquel viaje, me viene a la mente una aventura visual y olfativa, la del “pan con pasas egipcio”

Sombras egipcias

 

Afortunadamente, aún estando sola, conocí en mi grupo del tour de “hablantes hispanos”, una pareja de Colombia y Ecuador, y otras dos chicas de México con las que hasta hoy mantengo contacto. El último día del tour, para despedirnos todos, decidimos ir a comer a un restaurante muy recomendado por el personal del hotel. Este restaurante estaba en la punta de una loma en un barrio muy elegante. Al llegar al lugar, nos encontramos con el dueño del sitio quien vino a darnos la bienvenida, un señor era muy amable, como se caracteriza la gente de Egipto, y nos dio un “tour” por el sitio.

Ahí nomas había un horno de leña muy grande, hecho de barro y ladrillo, hermoso. Sentada en el piso había una señora de contextura grande, de unos 50 años mas o menos, con esa clásica cara de buena gente con la que uno sabe o siente que la persona en sí lo es. Era la encargada de hacer y preparar el pan del restaurante. Lo único que nos dijo a todos fue “Al Salam Alaykum” y nos sonrió: fue suficiente para que nos demos cuenta lo linda persona que era.

El dueño ordenó a la señora que nos preparara un poco de pan en ese momento y que nos mostrara cómo se hacía el famoso y clásico pan árabe. Los cinco (mis compañeros de aventura y yo) sacamos las cámaras de los bolsillos y nos preparamos para ser parte de algo hermoso de presenciar. El horno estaba encendido, lleno de leña prendida en el fondo, y yo podía ver el fuego.

La señora sacó de un canasto tapado con una tela la masa redonda, armada ya; y se preparaba para ponerla sobre una tabla de madera muy larga, con la intención de luego poner la tabla adentro del horno y que el pan se cocine, que se “infle”. Nosotros, mirando todo eso, estábamos impresionados, prácticamente babeando imaginándonos lo que sería ese pancito en pocos minutos.

Cuando la señora pone el famoso pan en la tabla, lo hizo muy rápido con mucha cancha, como se dice, y en ese momento, en menos de diez segundos vinieron como veinte moscas, pero de esas, como dice mi papá, “doble pechuga” y se prendieron de la masa del pan!! Imagínense: mi cara lo dijo todo. Me quede muda y sin parpadear. Mientras la señora metía el pan al horno, yo me preguntaba si mis compañeros habían visto lo mismo que yo. Escucho una voz en mi oído derecho que me susurra y me dice: – “Irene, viste eso?” Yo lo miro, era mi compañero Ecuatoriano, nos reímos como dos nenes y luego yo le susurré:

– “¡Viejo, cundo salga del horno, yo eso no como ni locaaaa!”

Y él me dice: – “Ya esta Irene, hagamos de cuenta que es un pan con pasas.”

 

Con Aswan, el capitán de la faluca.
Shisa.
En El Cairo.
Entrada a la tumba de Tutankamon.

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